Si miro hacia atrás y me remonto a las mujeres que me han precedido, veo una saga de luchadoras, imagino que no muy diferente a otras familias.
El olor a lumbre en el que se hace un guiso de patatas para 5 hijos, cuatro de ellas mujeres a las que no poder dar estudios y dedicadas a las tareas del ganado y de la huerta.
Una de estas mujeres llevaba mi nombre, mi abuela Patricia, y en su camino se encontró un viudo con tres hijos que se encaprichó de ella. Isidora mi bisabuela por darle una vida mejor casó a Patricia de 17 años con aquel agricultor de nombre Amador.
Cuando creemos que el destino nos tiende una trampa, a veces es una salida, aunque no la veamos.
Mi abuelo en aquella época quedó ciego de un desprendimiento de retina, y al no poder trabajar el campo se fueron a la ciudad en donde se iniciaba la ONCE como única salida para invidentes.
La ciudad cambio el modo de vida de mi abuela y mejoró el de sus hijas.
Patricia, con seis hijos, dedicó su vida al cuidado de un hombre ciego y por este motivo celoso y desconfiado de su esposa y de sus hijas, a las que llevó muchos años de lazarillo y por este motivo tuvieron que abandonar los estudios.
La generosidad de Patricia la hizo sacar adelante a sus 6 hijos tres de ellas propias.
Mi abuela atesoraba objetos para no olvidar los recuerdos que el alzheimer se llevaba.
Los genes de mi abuela eran muy fuertes y sus tres hijas los heredaron pues estas chicas lucharon su futuro.
Mi madre Isi lleva el nombre de su abuela y las fuerza de un afán por mejorar, de aprender por encima de todo, por entusiasmarse con todo lo que hace, la ha llevado a conocer múltiples aparatos para mejorar su vida, lavadora, cafetera de brazo, el primer robot de cocina, la olla exprés, el ordenador... Estos avances le dieron más tiempo para estar con sus tres hijas, sacar su graduado escolar y llevar un negocio familiar en el que las máquinas siempre estaban presentes.
De esta madre tan tenaz y emprendedora nací, heredando las ganas de aprender y el tesón de luchar por lo que creo, que me ha llevado a enamorarme del hombre con el que "comparto" en el amplio sentido de la palabra, mi vida.
Todos los días lucho por una escuela pública de tod@s y para tod@s en donde mi bisabuela hubiese podido estudiar y dar estudios a sus hij@s.
A mi me encanta la era digital, la tribu 2.0 siempre está ahí, la interconexión a pesar de la distancia ¡ y ahora nos iniciamos en la era robótica!
Aprendo cada día algo nuevo y veo a mi hija Jimena con esa I del nombre que la hubiese tocado heredar con 7 años tiene el futuro en sus manos, maneja la tablet, juega con playmovil, cocina con su papá, programa con lightbot y será, por fin, una mujer que hará lo que quiera no sujeta a canones ni a estereotipos, una mujer que ya ha visto el cambio y ha nacido para él.
Mi hija lleva en sus genes una generación de mujeres luchadoras, que han hecho posible el cambio del que ella será protagonista.
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