Carmen, escribe, para un cumpleaños, el suyo, nos regala porque ...La costumbre es que te regalen, yo quiero invertirla y regalároslo a vosotros, mis amigos...
Cuánto he disfrutado escribiendo y eso os lo debo a todos...
Cuánto he disfrutado escribiendo y eso os lo debo a todos...
De abuelas a nietas
De la lámpara de carburo al ADSL
Mi abuela no vivió en un
jardín de rosas, alumbró 5 hijos y 5 hijas con todas las estrecheces que una se
pueda imaginar. Vivió en una huerta parecida a la barraca de Blasco Ibáñez, los
muebles los iba haciendo mi abuelo a medida que aumentaba la prole. Cuando yo
era niña, al salir del cole por las tardes, acudía al taller de costura
familiar donde mi abuela, mi madre y mis tías recordaban con mucha emoción anécdotas
de aquella época, como la confección de sus propias muñecas de trapo, las más
bonitas del mundo, de todos los colores, tejidos y texturas.
Posiblemente, la primera
tecnología que mi abuela conoció fue el coche del cacique del pueblo y las
bombas y metralla de la guerra allá por el año 1937, cuando nació mi madre, con
el susto y el hambre en el cuerpo sin saber noticias de mi abuelo en el frente.
Mi abuela no tuvo teléfono,
ni lavadora, ni minipimer, ni demás enseres domésticos comunes y corrientes de
todas las casas, todo lo hacía con sus manitas y sus abalorios, enristraba ajos
como un auténtico robot.
A casa de mi abuela,
punto de encuentro familiar, arropados por las faldillas de la mesa camilla,
llegó la televisión. Ensimismados, veíamos a los Chiripitifláuticos, medio
atufados por el brasero de cisco. Recuerdo una tarde, en la que no llevábamos
más de 10 minutos ante la pantalla, cuando mi abuela nos apagó la tele por si
acaso se calentaba y salían chispas de aquel parapeto, como ella lo llamaba,
colocado encima de la alacena.
A mi otra abuela no la conocí,
mi padre me contó que era menudita, discreta, muy apreciada por las vecinas,
por su disposición a ayudar en lo que hiciese falta y muy querida por los suyos.
Se la llevó muy joven una enfermedad rara por determinar. Desconozco sus
devaneos con la tecnología, de seguro los tuvo.
Mi madre, una gran mujer,
ha pasado hambre y trabajado sin descanso. De niña, ayudando en la crianza de
sus hermanos, apenas fue a la escuela porque tenía que ayudar a mi abuela y
acompañar a mi abuelo en sus viajes nocturnos practicando el estraperlo para
sacar adelante a las 10 criaturas y presenciando en alguna ocasión como le
quitaban la carga sin ningún pudor de tener a una niña delante. Casó joven y
siguió trabajando en el campo junto a mi padre, gobernó una casa de labranza enorme
y disfrutaba compartiendo nuestro cuidado con el de su pequeña granja de
gallinas, conejos, patos, cerdos y una yegua que nos aguantaba mansamente
cuando la utilizábamos para jugar al escondite.
Mi madre sigue administrando la casa, ya no hay conejos, ni gallinas,
hijos y nietos seguimos merodeando por allí, ¿dónde vamos a encontrar mejor
casa rural con trato exquisito? Por cierto, nos llega la Wifi de casa de mi
hermano, ¿qué más podemos pedir?
Todavía me acuerdo de la
cara de satisfacción y el descanso de mi madre cuando entró en casa la
batidora, el frigorífico, la lavadora… Y lo mejor, el teléfono, para poder
hablar con mi abuela que acudía a la llamada a casa de su vecina, con mis tías
o con alguna amistad, como ella solía decir. Siempre he sentido que la mayor
alegría para mi madre fue la compra del tractor que pasó a sustituir a la
yegua, Clavija, a la que tanto lloramos cuando murió. Todos en casa aprendimos
a conducir con el Sava Nuffield, después llegaron otros más modernos con cabina
y calefacción, pero el Sava siempre tendrá un rinconcito en nuestro corazón.
Mi madre se sintió muy
orgullosa de mí cuando dije que quería ir a la Universidad, soy la primera
mujer en la familia con título, todo un honor para ella.
Por lo leído hasta ahora,
ya habréis deducido que pertenezco a una familia de clase media-baja, me crié
entre gallinas, lavaderos de ropa, costuras, remolachas y alfalfas, escuchando
los discos solicitados y los seriales de la radio; qué dulzura escuchar a
Matilde Vilariño.
Cuando cumplí 14 años
cayó en mis manos un manual de historia, me asomé al feudalismo, a la
revolución industrial, a la revolución rusa, al marxismo…… y empecé a tomar conciencia de que había que
ir poniendo en aviso a mi padre y hermanos: el trabajo había que compartirlo
cariñosamente, lo mismo el del campo que el de casa, no lo conseguí del todo
pero algo avancé. Desde entonces no abandoné mi vocación por la historia y los
derechos sociales.
La tecnología a mí
también me ha llegado tarde como a mi abuela y mi madre. Me refiero a Internet,
que ha transformado nuestro mundo y nos ha puesto casi todo al alcance de la
mano. Desde el principio decidí agarrar el toro por los cuernos y cuando no sé,
pregunto, como siempre me ha dicho mi madre. Me ha facilitado mucho el trabajo
y lo más importante he hecho grandes amigas y amigos. Permitidme que os diga
que esta tecnología ha llegado arrasando, sin manual de instrucciones, aliena e
incomunica en muchos casos y te esclaviza en otros.
Yo siempre he sido una
persona muy libre, no tengo móvil, esclavitudes las justas y las que yo elija,
nunca he soportado que me silben al oído o que me tengan localizada en todo
momento, de eso nada, lo que les faltaba a los jefes para tenernos trabajando
las 24 horas del día. Si hay algo que me enfada sobremanera es estar entre
amigos o en familia pasando un buen rato y que alguien esté colgado del móvil,
digo yo, al que no le interese la reunión, que no acuda, y no utilice el móvil
como pretexto para estar en su nube particular. Por si alguien me
malinterpreta, el móvil me parece uno de los avances más completo de la
tecnología, eso sí, utilizado en su justa medida.
La desigualdad de género
no hay tecnología que la elimine, sólo una buena educación en la escuela y en
la familia podrá doblegarla, así que ¡manos a la obra!
Magnífico relato de una persona magnífica. Enhorabuena.
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EliminarGracias. Siempre tan cortés, educado y elegante. Ainsss. Me dejé cosas en el tintero, supongo que siempre pasa; las fotos las conseguí vía whasap, movilizando a toda la familia; La lucha por las diferencias de género son cosa de mujeres y hombres, no se debe ir contra natura.
Un pequeño placer leer una historia que me resulta tan evocadora, casi personal, contada por quien sabe contar historias.
ResponderEliminarGracias.
Siempre es un honor que alaben tu obra. Gracias. Cualquiera con sentimiento y corazón puede escribir un bonita historia
EliminarEmotiva y evocadora historia que nos toca a todos un poco. Para llegarte tarde la tecnología, Carmen, de lleno que la has cogido, como las personas que no se arrugan y levantan barreras. Comparto contigo la necesidad de humanizar la tecnología. Las personas como tú, ayudan a hacerlo. Me ha gustado mucho. Prometía y cumplió
ResponderEliminar¡Qué gentil, Jesús! He disfrutado mucho escribiendo y rememorando momentos pasados. Seguiré haciendolo cuando me llegue la inspiración. Sí, la tecnología llega en muchas ocasiones como elefante en cacharrería y haciendo muchísimo daño a terceros.
EliminarGracias por tu cariño
Es de agradecer poder viajar en el tiempo con tan bello relato, gracias por compartir. Me gustaría pedirte permiso para utilizarlo como texto en el aula con los chiquillos. Un saludo y un abrazo.
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