Como secuela del proyecto de robótica educativa y mentorización entre alumnos de diferentes niveles que llevamos a cabo desde el IES Álvaro Falomir en el municipio de Almazora, se me ocurrió plantear la realización de un taller de escornabots.
Al principio tenía muchas dudas y mucho temores.
Que si hacerlo para unas determinadas edades; montarlo desde cero, soldar, no soldar...
Había comprado material para enseñarlo por los colegios y presentarlo en un local "aparentemente" no educativo sería una forma de dar a conocer al robotito.
Desde Caixalmassora, quien patrocina el proyecto, se diseñaron unos carteles para anunciar el evento (y avisamos también a la concejalía de educación quien colabora en el mismo) para poder dar difusión al mismo.
Habíamos decidido, de forma que integrásemos a los diferentes niveles de edades del pueblo crear equipos de tres personas.
Una persona de infantil (entre 3 y 6 años) quien finalmente jugaría con el escornabot montado; una persona de primaria (entre 7 y 12 años) para montar el escornabot [el robot que teníamos es el que venden en pipop.es con una PCB única que lo integra todo y así habría menos cables que montar] y una persona adulta.
La sesión comenzó mostrando qué robots tenían los asistentes y así conseguir romper un poco el hielo. Enseñé y expliqué un poco el funcionamiento de la BeeBot y seguidamente, enseñé como funcionaba un escornabot.
A continuación nos fuimos a otra de las salas de Caixalmassora para proceder al montaje de los escornabots. Expliqué el procedimiento del montaje; repartí un documento con algunas fotos de como montarlo; entregué un escoranbot (desmontado) entre cada uno de los adultos de cada equipo... y manos a la obra.
La experiencia desde luego, totalmente enriquecedora. He de decir que varios de mis alumnos de mentorización decidieron compartir parte de su tarde de sábado con la gente del taller. Pero las casi tres horas que nos tiramos entre que explicamos un poco el proyecto, enseñamos diferentes robots (y comparamos); dedicamos al montaje del escornabot y los niños creaban sus propios mapas o jugaban con tapetes ya impresos (incluso a alguno le dio tiempo de crear algún disfraz para el escornabot), pasaron rápidamente.
Dentro de las cuestiones más gratificantes: la despedida de, prácticamente, la totalidad de los adultos agradeciendo la invitación al evento; el reconocimiento al proyecto de alguna maestra presente en las explicaciones y sobre todo las caras de los más pequeños (y por que no decirlo de algunos progenitores) hacen que todo este esfuerzo merezca la pena repetirlo.
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